Se afila la luz

 

Se afila la luz de la razón      x
con la puerta entornada
sin dejarse seducir
en el cuarto de las visitas.

Esa estancia helada
donde la voz/la idea parece 
que no quisiera salir
dejando flotar sólo un hálito 
de su fantasma.

Pobre silencio...
murciélago colgado
del paladar de la cueva
abandonando la oscuridad 
en un momento
donde la culebra espera
a la salida para devorarte.

¿Madura acaso el tiempo
de la arena blanca/de las palabras
con las vueltas que no le damos?

Pues eso... ¡Calla!

Tengo una pandilla

Tengo una pandilla de guerreros      x
agotados hasta los pañales de infancia
atrincherados en las vísceras.
Esta lucha clandestina   
   me horada dede las entrañas
sin previo aviso.
Me da sustos indigestos
hasta provocarme el vómito.

Son gajos de mi flaqueza
que se desgranan sin ningún esfuerzo
con los hilillos blancos colgando
junto a la lluvia de rocío graso-verdoso
que se expande como un aerosol
hacia el arco de mi mano
mientras la aprieto hasta abrirla,
con ese olor fijo 
que me delata
que no me abandona...
A naranja podrida.

Yo descanso

Yo descanso a la sombra     xx
de mi ángel de la guarda.
El viento de sus alas
me indica/marca su presencia.
El roce de sus cabellos,
la cercanía de su silencio
y aún así
me caigo cuando tropiezo.

Le rezaba un Padrenuestro
todas las mañanas
a sugerencia de mi madre Soledad,
y hasta hoy
las rentas de esas plegarias
aún surten/transmutan su efecto.
Aunque me caiga de vez en cuando
creo que es
para que no me confíe.

Nuestro ángel de la guarda
debería morir y ser enterrado
con nosotros
en un ataúd de pequeño formato
para no molestar,
tan discreto como es él.
Todo lacado de blanco
a los pies de nuestra tumba/fosa
para levantarse
y contarle a todo el mundo que pase
las peripecias y fechorías
de los dos.

Si no lo hace así
es porque los servicios prestados
no fueron de su agrado,
o que es un gandul como yo
o un traidor como mi otro yo.

De todas formas
lo voy a querer y a necesitar
igual-mente.
Después de tanto tiempo juntos
se va pareciendo algo a mí,
como yo a él.

¡Somos ya tan iguales...!

Mientras hablamos

Mientras hablamos los dos             x
tomando un cubata en la barra del bar
esperan doscientos espectros/oportunidades.
Que pululan haciendo cola, haciendo corro
a cada momento/a cada instante, en cada pausa
con cada trago de cada indecisión
en nuestros multiuniversos paralelos...
Nos miran en el reflejo que les proporciona y permite
cualquier superficie o tarea por la que transitamos.

Pero yo a ti te conozco de alguna otra ocasión
eres mi otro yo favorito/perseguidor 
–porque eso me dijiste aquella vez, verdad...-.
Sé que no vienes directamente a por mí
pero si quieres seremos el uno para el otro
en esta última recta final cautivos
en la misma celda/tarea...

Hay tantas cosas que quisiera contarte
antes de irnos,
que no sé por dónde empezar...
Que conste que no es por darte largas
ni para justificarme ante ti, mi yo.

Es que esperaba a otro alguien/alien diferente
y ese no eras...,
porque sigues siendo tú.
-Me estás liando un poco...¿sabes?

Pues, está bien claro... ahora viene el bueno
y nos achicharra con el soplete.

El hueco vacío

El hueco vacío/la soledad...         x
ese espacio donde crecen
las relaciones inexistentes,
abre una lata/brecha de monsergas
un agujero negro que todo lo engulle.

Nos cuenta mentiras piadosas
mientras mece el cajón en la cuna/
hoyo de la tierra 
     que nos espera, 
a la que no dirigimos perteneciéndole
porque nos llama con su grito de madre.
A la que nos acercamos con los ojos cerrados
en silencio, obedientes
sin muchas cosas que decir
hasta que se duerma/descansemos en paz
con este que viene con nosotros...

Utilízalo como un atuendo
traje a la medida,
    modales de una muerte amañada.
Que te haga más crítico y cierto
a los ojos del sol, la luna, los planetas...
Que te lleve de la mano sin rodeos ni engaño
a la otra dimensión de lo visto,
aprendido/pretendido, 
       preso al fin convicto...

No los desprecies; el vacío, la soledad.
Su comprensión es infinita,
        está llena de sorpresas.
Vive en él, con él,
tú yo, la nada...
Todos somos germen del mismo pan, la misma masa
confía en la levadura del alma
que te elevará al cielo 
en el paladar/boca de la creación...

-¡Qué bonito!, ¿y mañana monas o magdalenas...?


La cápsula

La cápsula del pasado      x
en las mazmorras del saber
atormenta a los insuficientes
como la gelatina hace bailar a las moscas,
casi sin proponérselo...

Fogonazo gritón
resoplido del hierro en ascuas
hundido en el cerebro, barro donde transitamos.
Vasijas cocidas son las huellas que deja.
Mocasines, calzado para nuestros fantasmas 
del después...

Ardor, hervor con olor a la fritura/yerra,
restos, marcas que siempre nos quema y quedan
de las fogatas de nuestra santa inquisición 
en el bautismo del nuevo nacimiento 
ya en baldío...

El pasado es un tachón, un aspa de molino dando vueltas
ante el Quijote que somos y armamos, sin Sancho.
          Girando clavada en tu cabeza/calavera...
-Me voy a tirar un soberano/soberbio y tremendo cuesco/pedo
porque no te aguanto más, ¡pijo!, 
a ver si salieras de una vez...

Dentro de todo

Dentro de todo ser humano           x   
hay alguien encerrado en una mazmorra de castigo
o disfrutando de unas espléndidas vacaciones
o pidiendo en un "pico-esquina" de iglesia
ante otro que pasa indiferente.

Al final emerge el sucedáneo, el mezcolanzas
el difícil de catalogar
ni por la madre que lo parió...
-el que sabe de todo y no sabe de nada-.

Pero ese es al que todos conocemos,
al inculpado, el liberado...
Ese popurrí de rebabas, potingues
batidos en el almirez
tomando la forma del cuenco/mundo/palo
con olor y el gusto a la piedra
del metal o al plástico utilizado.
-nada más que un subproducto 
de la suciedad de la sociedad-.

El resto apenas incordian ni se dejan ver...
Figuran taponados por el mismo corcho
que una vez les ayudó a navegar,
a resguardecerse flotando
plácidamente en las corrientes
de la efímera deriva de los desposeídos.

Todos somos náufragos de nosotros mismos.
-¡Qué bien! Robison Crusoe...
pues ahora mismo nos vamos a "La isla del tesoro"
de Robert Louis Stevenson.



Nunca dejaré

Nunca dejaré de arrepentirme         x
de tantas calaveras pestosas/patosas y aburridas
vestidas con carnes, trajes opulentos/apuestas,
dejé pasar colina arriba/desfiladero.
Hacia el sembrado desguarnecido -masa gris-,
sin espantapájaros, perro guardián ni oca...

Produce un dolor/olor a rancio
que escuece en el glaciar del lagrimal
igual que te seduce su deshielo...
Te pudre/te da mordisquitos
como los peces de la playa a poca profundidad
reptando desde los tiempos más remotos
recapitulando el subjuntivo del ser.

Beso con sabor a la tierra de dentro.
Sal harinosa, baba seca en los labios
que se pega agrietada/atrincherando
barrenando, lisiado el músculo del habla
en esa enfermedad de prisas/cortejo
donde no se puede acabar bien...

Llaga llena de sanguijuelas
que a tientas apenas palpo
en el fondo de la charca/brazal...
Apagando la vela de la oscuridad
que aún persigo/rastreo
en esta caja de madera donde descanso
como un fauno distraído, travieso
que se quedó dormido en el bosque.

Quemado/ardido, volatizado 
explosionado/devorado por los gusanos...
Un cuerpo siempre es responsabilidad de su dueño y jefe
en la respuesta/apuesta final
de un calvario germinado en cruz...

-Ya no te queda sitio (overbooking) en el monte Gólgota 
con tantos yoes que llevas crucificados...

Pues me voy a la Península del Sinaí
(pubis entre los muslos de África y Asía Menor)
y verás como en seis días la conquisto/
es todo mía...

¿Rabo de toro

¿Rabo de toro o de lagartija...?      x
Uno, trofeo infame
mutilando su bravura ya muerta.
El otro escurridizo/desprendido
saltando aún
con una chispa de vida
sin saber por dónde andará su cuerpo...

Del primero sabes a ciencia cierta
lo que le pasó/aconteció
en la plaza...
Con el otro es un misterio,
logogrifo sin resolver.

Por eso yo
opto por quedarme
-si me preguntan cuál es mi gusto/
preferencias-
con el desenlace segundo.
Siempre que no haya gato 
ni mandala...


Primero me convertí

Primero me convertí en sal       x
en un puñado justo/apretado,
con el puño en alto, cara al sol
golpeando con fuerza el tablón de la mesa...
Que no se cayera de la mano
cuando pedía o necesitaba algo.

Después me oculté encerrado 
en dos senos de cristal de vidrio 
con cintura de avispa
por donde ahora transito...
Me paso de uno a otro
tardando siempre igual
para no inquietar al demonio del tiempo.
Para no hacerle el menor daño, -chock-
contra latidos/
alterando el pulso del reloj
de la mesita de noche de mi ángel de la guarda
con el que compite...

Qué tranquilidad más ambigua/desigual
dualidad extraña.
Cabalgar siempre con la soga al cuello
sin saber cuánto dará de sí...
Si se detendrá el animal,
o se partirá la rama.

Pomposo visillo de novia inflado, 
insistiendo en volar
antes que entrar en el agua. 
Altar del que nunca debimos salir
ni asistir en pos del sacrificado...

-¡No te entiendo... chaval!
Pues que era monaguillo y me bebía el vino...
-¿Y lo de la novia?
Es sólo una figura literaria.