No podía haber empezado mejor... xx+
sin que se resquebrajara/descompusiera
en cuarenta y dos pedazos... -que los conté-.
Una descarga de cosquillas había sacudido
su vientre/cintura.
Mí mano no la quité de allí...
Sus caderas, muslos, sexo... de cera líquida
aún no cobraban la forma
de lo que estaba pasando por nuestra cabeza...
La sed de su veneno ardía en mi prolongación hiniesta
dispuesto a atravesar su orbe escarlata
de la ira embravecida por las ganas del gozo/pozo
todavía no resuelto de su calentura.
Y continué... cosa que te contaré más adelante.
Las medallas me las fui confeccionando yo solito
con las servilletas/clínex sobrantes.
Las dibujé/recorté de todas las formas/
maneras posibles e inimaginables...
Recordando aquél momento inmenso, soberbio
tan dulce, eficaz/edificante...
Mientras ella prendía un cigarro
de boquilla marrón con motitas blancas.
Yo la miraba, la veía serena/relajada
todavía caliente, sudorosa, pero en calma.
Como el mar después de la tempestad
con la playa llena de señales de la contienda.
Sometida al vicio/desahogo del descanso...
con el sabor/olor de la nicotina/tabaco.
Las paredes estaban igual que al principio
cerrándonos/acogiendo nuestra intimidad rota.
Como a dos críos tras las travesuras/fechoría.
Y seguí sumándome medallas a cual más mona...
y ella no paraba de fumar.
Me gustaba encantado ese aroma
fluyendo entre los demás... alicatado
a tabaco rubio americano
digerido por mi tigresa/dragón favorito.
Y lo busqué de entre sus labios/boca
con un beso fratricida/cautivo
que me devolvía el tono/empalme.
Y deje de hacer el payaso con tanto papel
y pasé al ataque de segundas.
¿Otra mano/ronda/partida… imaginé...?
Ella no dijo nada, sólo sonrió.
-¡Y las ganas tuyas.../calandria!
¡Todavía crees en los reyes magos...?