Ya he descubierto x
dónde ponerle límite/linde
a cada motita de reflexión
cogollos de alumbramiento.
Ese flash que deje medio aturdido
anestesiado, muerto/“matao”
al género y al número.
O que lo atraviese sin romperlo
ni dañarlo, sin hacerle sangre
a destiempo/degüello...
y que nada ni nadie se entere.
Ese límite debe ser el folio,
la cuartilla si lo tengo doblado
o una frase/cualquier verso
si no me sale/vómito
o eructo alguno/algo, nada mejor...
No intentaré alargar, mancillar/amasar
amenazar/amamantar sin descanso la idea,
pesadilla...
Si el reloj ha sonado
no debo fingir que no estoy despierto.
No es que tenga alguna hora
habitual prevista/ni pronosticada
prostituida o perpetúa...
para que las musa-rañas me reciban.
Es que dudo muy en serio
que de verdad -el producto-
todo esto que lees; exista en algún sitio
más allá de la tuya,
o de mi cabeza.
Y entonces, claro...
¿Para qué tanto rollo, no...?
Me dejo tirar y ya está... o no? tampoco...
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pues mi querido amigo no se que recomendarte, pero me ha gustado
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A la inspiración no se le puede poner límites porque puede ser susceptible de ser modificada en cualquier momento y lugar. No hay reglas que las musas acaten. Cierto que no. Feliz semana.
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Muchas gracias, Paz…/ Feliz semana para ti tb…
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Gracias, Pippo/
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