Silbaba... xx+
ya de su memoria decapitado
rodando monte a través/
-cuesta abajo-.
Huía del forajido...
-atravesado de muerte/
seccionado su corazón
por la daga certera de un cupido
hecho hombre-.
Sin otro honor ni motor
que los restos/espejo del ser
en su belleza.
Ahora reposa en las faldas de la colina
entre los brazos de su amada ilusión
que le esperaba tendida/-abatida
a la orilla del estanque-,
mientras él hacía cábalas
de desamor...
Muerto, teñida el agua de rojo
con el reflejo de la luna llena más oscura,
-noche etérea/sobrante-
sólo dentro de su cabeza...
-¿Y qué quería, sino volver a estar con ella?
Y allí se quedó para siempre
como estatua de piedra/
mojón guía de la artillería naval
-...dragaminas
de la desesperación-.
-¿Pero tenía razón, no...
ella lo deseaba/lo necesitaba igual/
o más que él?
No,
ni siquiera existía ninguno...
era el fruto del sueño de una flor
que había sido cortada para regalo
de algún amante... el día de San Valentín.
-¿Y cómo lo sabes?
Porque yo soy el tallo que dejó...
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No silbaba,
creo que lloraba,
lo hacía por la rosa perdida
en unas manos desconocidas.
Lloraba,
porque llegó su fin,
no le quedaban más que las espinas
que desgarraban su corazón.
Sin cabeza,
desangrado, se dejó caer
en el abismo del olvido.
Un abrazo, Lucio.
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Muchas gracias, Estrella/ Poemas paralelos, le podríamos llamar…?
Otro abrazo para ti.
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