Silbaba... xx+ ya de su memoria decapitado rodando monte a través/ -cuesta abajo-. Huía del forajido... -atravesado de muerte/ seccionado su corazón por la daga certera de un cupido hecho hombre-. Sin otro honor ni motor que los restos/espejo del ser en su belleza. Ahora reposa en las faldas de la colina entre los brazos de su amada ilusión que le esperaba tendida/-abatida a la orilla del estanque-, mientras él hacía cábalas de desamor... Muerto, teñida el agua de rojo con el reflejo de la luna llena más oscura, -noche etérea/sobrante- sólo dentro de su cabeza... -¿Y qué quería, sino volver a estar con ella? Y allí se quedó para siempre como estatua de piedra/ mojón guía de la artillería naval -...dragaminas de la desesperación-. -¿Pero tenía razón, no... ella lo deseaba/lo necesitaba igual/ o más que él? No, ni siquiera existía ninguno... era el fruto del sueño de una flor que había sido cortada para regalo de algún amante... el día de San Valentín. -¿Y cómo lo sabes? Porque yo soy el tallo que dejó...
