Hoy al levantarme…

Hoy al levantarme...                 xx
me ha distraído sobremanera  
el inquietante ritmo del pulsímetro,
-como si jugara al escondite entre sístole y diástole-.

El no mecano continúa lleno de soplos...
chivatazos dirigidos hasta mi oído interno
de lo que está tramando el condenado.
Llegan a todas partes/costuras, 
-sitios de mi cuerpo-
haciendo que se estremezca la piel del gallina
que soy...
con sus quejas tan repetitivas/ y aburridas charlas,
cotilleos, soliloquios
empujoncitos, toques de desatención.
¡Menudo cabronazo es!

Error/terror, disparidad, soberbia, 
colapso, espabile, nulidad...¿?
¿Por qué siempre atina la piedra arrojada
en el mismísimo centro de la diana del estanque?

He bajado a la playa/barajado 
oteando bien el horizonte
por lo de la chica desnuda y eso.
Sí, -el panorama del nuevo día en el poema aquel-.

Iba andando/
jugueteando... pisando la nueva hilera de huellas
-pespuntes en la arena de alguna pareja/
aguja de coser bípeda-
y también otras que parecían más antiguas.
Tal vez las de ayer,
que nada ni nadie ha podido borrar
ni esa marea de espumas que todo lo emborracha 
                                    -medio loca...-

No veo ni rastro de animal/ser viviente o cosa
por donde paseo...
Tampoco sé si soy yo este que está aquí 
o fuera de ese. 
O nadie, el que se hunde en la arena...
Parece mi número de pie, -voy a probar¿?-
Sí, no coge/ni cabe la menor duda, soy yo.
No hay otro con el talón tan ancho
ni el dedo gordo tan gordo/-tipo Frodo-.

Lenta/sin lamentos, disculpada 
se ha ido bufando una manta/colchón de algas muertas 
como sanguijuelas, lombrices gigantes, 
cintas de la fiesta negra
podridas.
Llenas de pulgones/plagas marinas 
-y no sólo de las mías...-
Pegándose desde el muslo a las pantorrillas. 
Desconectada/desconcertante, descalza desolación
como un cachorro de hombre pidiendo que lo tome su papá
para escapar de allí...

Las he atravesado sin la camiseta 
acercándome a la roca
donde casi ninguna/rara vez me siento a descansar.
Ya me estaban poniendo nervioso, -entre los dedos,
o por los flancos- esas cosquillas que arañan/pinchan
como alfileres difíciles de despegar.
Salvo por el golpe brusco de alguna ola
o de un manotazo...

Son tan insignificantes algunas de las jodidas
-como hilillos-/brozas, minúsculas fibras pica pica
que terminan convertidas en bolas
con las que juegan los perros, los niños, 
las olas aburridas
o los que no tienen otra cosa que hacer.
¿Qué buscaban...?

El sol aprieta/calienta de lo lindo, 
                               -está muy agresivo-.
La punzante sal como lija sobre mis hombros/escombros
hace que vea las estrellas al ponerme 
de nuevo la ropa
camuflaje del espantapájaros viviente del que vengo
                                  haciendo gala.

¿Qué me está pasando...?
Vaya por donde eche, haga lo que ocurra
todo me parece/sienta/tienta/-sabe mal-;
semblante triste de orfanato,
angustias de repetición, depresión convulsiva,
dispersión degenerativa, 
toda una caterva de pestes/como de roña.

Te adoptas/adaptas, te vas dando un repaso por la cabeza
a través del parámetro/parentesco, similitudes
con las superficies por las que cruzas
y que te afloran con su reflejo en el agua del mal/mar
de las que huyes como las olas/
-horas que te buscan incansables... tictac del reloj-
Y lo celebran al ver como te alejas o huyes
siniestro, cautelosamente fugitivo y errante
                                   sin descanso. 
Destartalado de agudeza obtuso
hecho un cromo de desatinos para refugiados.

Te contemplas/complaces sin piedad,
-pero nada cambia-
aunque te lo propongas una y otra vez/a cada instante.
Sí, en algún lugar/parte seguro que te has transformado
pero todavía no lo sabes -ni te ha llegado su onda-.
Y vuelta al principio de la ponderación
lamiendo/tragando el gas mostaza/
sulfuroso de tu sesera/resaca 
que mana del abismo de empezar a verlo todo 
                        siempre desde abajo.
Otra vez sólo con el descrédito de tu hastío, 
otra vez sólo natural-mente O'Sullivan.
Pero ya te vas conociendo "pillín"
           y no te pilla por sorpresa...

Ya estoy de nuevo en casa
y no recuerdo nada por donde he pasado 
desde que empecé a divagar.
Ahora salgo a hacer la compra/la prensa, 
revistas, el pan, 
algo para el desayuno...

Cumples con el orden establecido/
abdicación incondicional a la lista.
Voy por las baldosas de la acera
a lo/como Jack Nicholson en “Mejor imposible”.
El asfalto oliendo como él sólo sabe/rezumando
junto a los árboles recién plantados, regados, podados.
Cruzándote con los fantasmas de todos los años
alguno en su ausencia denota/detona en mí su recuerdo.
Igual que les habría pasado a ellos conmigo
             de no haber superado la crisis...
      del último verano cuando ya se terminaba agosto.

Después del paseo, y de la ligera compra
y de los aturdidores pensamientos  
y del baño matutino, -con ese fresco esperanzador
remojando tus pellejos-
voy recordando 
la vuelta que hice por las escaleras de piedra.
Había un insecto con sus alas/palas de tijera 
rondando sobre el fiambre olvidado/dejado por los corros/
cachorros de jóvenes de la noche anterior.
El gato/-gasto curioso y atento- 
disimulando perfectamente desde la ventana/
bolsillo del pantalón entre las macetas
de la vecindad/banalidades 
del más o menos poder adquisitivo...¿?

Entro ante la bocanada de aire fresco del hogar,
                     -todavía todos dormidos-
La nevera con el congelador al máximo, zumbando/
retumbando como si fuera a despegar...
Las camas sin hacer, el cielo azul 
y la arena que vino pegada en el calzado de alguno 
de madrugada
con sus montoncitos/lagunas a punto de resbalar... 

Setos de pelusa deambulan con la corriente
igual que las matas de una peli de vaqueros...
Las paredes con la humedad y sus bigotes blancos/
salitres más allá de las ingles.
La gente que resucita de su letargo nocturno 
-dando la nota-.
Síntomas de haberse puesto en marcha, como cada día,
en la lucidez de la rutina/cadena de montaje 
                                     de las tareas.
Por la galería del patio/tragaluz... navegan sus voces
entre la ropa/pinzas que se caen 
y las cuerdas de tender que chirrían en sus peleas
poleas.

Son las de siempre, pero hoy están como nunca...
portazos, golpes en la escalera/ladridos, 
canto, tv, radio,
trinos/fritos, lavadoras…
Ni el Santo Job, -ni el santo Ufffff-.

Que sepas que en la foto/fotos de las que elijo/
-escojo para enseñarte...-
no he salido ni salgo demasiado favorecido.
Pero me gustan como ejemplos de lo que debe/
debería o no pudiera haber sido  
-el ser cómplice uno- y de su compinche
consigomismo...

Y me complace leerlo después por si le puedo sacar punta
o añadir alguna coma, algún pero/pedo reventón/reglón 
o tirarle/echarle un filetito/
-mendrugo más a ese perro-/cerdo del laberinto
hambriento,
sin más agua ni sed que la propia de su cuadra
encrucijada llena de ratoneras saltadas...

Que si en alguna no me parezco/reconoces
es porque ese no soy yo.
¡Para nada!, que lo sepas...
-Tú verás lo que haces/hacemos con todo este lío, 
tío...

Tú sobras, ¡y te callas! ¿Lo sabes?
¿El porqué? 
Mejor te lo cuento luego que ahora...
cuando sume/transforme las restas en positivo.
¡Pero lo sabrás en poco tiempo!
¡Te lo aseguro!

-La cuestión es no salir siempre del nunca de lo mismo...
¡Qué barbaridad!



 

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