Sobre un mes de julio me paré a pensar xx+
cerca del cementerio.
-Que una mojigata señal afuera no es suficiente
para devolverme entre lo prestado...-
¿Y qué diferencia había entre ellos y yo?
Así empezó todo,
y el vago de esta desazón/disertación.
Como una conspiración/respiración profunda
y triunfadora
antes contenida, agobiado por el fluido
-con las alas replegadas sueltas-
al fin, alzando el vuelo
berreando/barrenando el círculo/-diana de la memoria-.
Con la boca abierta de par en par
-llorando mudo sin dientes- como un bebé viejo
medio ahogado, “pasao”, manchado de sangre
feo/-feto nadando al fin a sus anchas-.
Y te miramos Señor,
y nos vimos en la cara del que también nos miró
en la pantalla/-escáner latido de su tacto-.
Veníamos sin saberlo, como tú, de la otra parte...
Porque yacemos en algún lugar antes que en este, lo sé.
Lo he sabido siempre, es fácil,
-lo tengo bien claro-.
Sobre su lecho/suelo,
los nervios de su matriz desalojada
-raíz de lo real- nos persigue ya huérfanos
desde el comienzo del inicio al parirnos
-precipitándonos al vacío mundo...-
Abrazados a su hedor/gusto esperamos exultantes
en la cómoda victoria del conquistado.
-Convencido me veas, o no, partir
como antes de lo que fuimos...-
Y nos saludamos/sacudimos del recuerdo que nos idolatró
en otros tiempos menos flácido/moderado.
-Solos tú y yo, cara a cara otra vez...-.
Somos una carta perdida, -devuelta a su dueño el tramposo-.
Todo se reduce a una conjetura/atadura de cordón
del zapato que nos aprieta.
-Conciencia-.
¡No más!
Nada, absolutamente nada tendrá nunca el sentido
que tan azarosa/celosamente tú y yo le damos
ni queremos...
Ni con todo el cariño del mundo
porque todo tiene su trampa
culpa.
-La que alguien ha puesto ahí en exclusiva
para nosotros-.
Y volviendo al cementerio:
somos de la sepultura su relleno, -el pájaro cantor-
la tela de araña en la comisura de los labios/
cornisa de la estatua de piedra esperándonos.
Somos la paciencia/penitencia del tiempo
mientras nos descomponemos,
-su polvo remolido una y otra vez-.
El atardecer de una molécula/melancólica y armoniosa
ilusión hecha carne, hambre de hombre ciego
y de su resurrección crepúsculo...
La oración y el rezo silencioso del que nos mira ya muertos
como en él, el que nos sucederá...
Somos un susurro en el aire/brisa, adiós y dolor.
-Mucho dolor...-
y del bueno del que pudimos escapar/aguantar
en el horrible e indiferente placer
del que todo lo abarca y acaba.
Esa es la paz del guerrero en el saco de ascos/piel
examen de su desdicha/concebido y locura.
Alcanzamos la calma...
al fin nuestro cuerpo huele en serio
-de verdad- a peste de podrido
con el rostro
rastrillo/máscara
que ha venido arrastrando tras de sí la muerte…
Hay una adivinanza a título póstumo y personal...
¿Qué animal de la tierra tiene conciencia/
consecuencias de que existe
y sin embargo
deja que se apague/pierda su luz/estrella?
¡Pues hala/ ya está!
Mañana más...
Fin.
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Tremendísimo👌
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Muchas gracias Marina…/ es un placer tenerte por estos lares…
-Aunque sólo sea…/ «por el hueco de la escalera»-
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😊😀😊 Igualmente!
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