Alguna vez... tus adormecidos interiores x se cargaran de bombeantes chasquidos de nata. Como fieros leones vendrán a luchar hasta darse muerte por su amada... sabiendo que la primera vez pasó, como hierro al rojo vivo que la marca. La risa no prenderá en el sigiloso respiro, tampoco la palabra inquieta volará como paloma blanca mensajera... tan sólo un entrar y salir o tal vez, no llegar con ganas. Sólo más y más metesaca; arrebatador embutido sin compasión en la tempestad más ermitaña. Es el nervio que se ahorca en el árbol más empinado, ese que se funde en el cálido hielo hirviendo al son que le toca su tamborilero. Deseosa de gozar más y más le retuerce el cuello al muñeco, sabiendo que después lo mudará bañado/vestido y alisado a otro lugar del juguetero... Entonces callará mecido el puñetero en las cinco cañas de su cesto, recogiendo las flores más hermosas con la lata de fuagrás derretida por completo. Ella, en cambio, es cuando empieza a notar algo... y desea fumarse otro paquete y medio. Sin rechistar, sin parpadear, sin apenas proponérselo. Pero tú te has evaporado como la brisa del humo en su boca por ese cuarto épico del descalabro... Ya no te queda ni una sola bala/colilla para apagar en el cenicero. -¡Qué poca gracia tienes algunas veces...!
