Me duelen

Me duelen las puntas de los dedos...           xx
La costura de los bolsillos de los tejanos 
aprietan mis manos,
los clavan en las ingles 
hasta el apéndice/bazo.

Tengo tanto frío esta noche
que los pies son como guarismos de penado,
paseando sus zapatos de goma congelada
por el corredor de la muerte...

Ya, el filo de las baldosas y las esquinas
parecen nuevas trincheras
en este drama/ejército/ejercicio de penas.
Casi me resbalo/patino, aterrizo
sin haber llegado
en cualquiera de ellas...

Tijeretas de vapor de amor
redoblan mi dolor
en este padre nuestro rancio.
Escarabajos de lejía y ajo
recorren las vías venéreas
en la Vigilia Pascual
de este Sábado Santo...

Me duele hasta el vaho aborigen,
que sale a estampidas/encapsulado...
de tantas migrañas suicidas
que permanecían en mi pecho abrigado.

Me quedo quieto, con la venganza “envainá”
mientras un silbo me rebana la garganta,
-un dirigible sin rumbo
donde dormitaba mi alma...-.

Ya no puedo más
ese mamón estirado le gusta,
su mirada la delata.
Me voy a mi casa/muy despacio,
a ver si mañana llama...
Puede que tenga otra oportunidad
para reventar este relicario
que nunca acaba.


Una soledad

Una soledad intransferible...     xx
¡Única!
Sólo mía, para mí.

Fría, sin tapujos
congelada hasta el éxtasis.
Para sentir en su cubierta
el crujir de las grietas
con el agua tibia 
del sueño de tu presencia
cuando decidas volver...

Una soledad lisa y blanca
en el hondo de la huevera
esperando el ligero golpe
que le abra el cascarón/caparazón
para soparle la yema
con pellizcos de pan vivo...
-Mollas de un corazón
absorbiendo a otro-.