Miro la brasa

 

Miro la brasa de mi cigarro en la oscuridad,         xx
y veo tu imagen,
cuanto más lo chupo, más brillas.
¡Oh brasa! Cómo me ardes...

Te deseo porque te siento
como el rocío, el sol, el viento,
el relente, el fresco hielo...
la noche, la mañana, las flores
la neblina densa/el fruto seco.

Te quiero, porque me da la gana...
cuando me mezo porque me angustio,
cuando vuelvo porque te encuentro.

Voy a graznar en el flujo de tu cuerpo,
con patenas de oro jugando en el suelo...
laminarte con la lengua pegajosa de mariposa,
  cada rincón y recoveco.

Voy a devorarte/tragarte de una sola vez,
sacando el lodo caliente de tu infierno,
sin gloria, ángeles, ni cielo...
si acaso un hilillo de sastre,
        enganchado en tu pelo.


Me llamas y te obedezco

Me llamas y te obedezco       xx  
con la mirada a la altura de tus ojos
pero ya no ves lo mismo que yo.
Mi objetivo es ninguno, mi nombre cualquiera.
¿Te acuerdas de la varita mágica?

Tengo que reconocer que siempre me gustó
eso de la varita mágica
después de todo sigo siendo como un niño.
¡Qué más quisiera yo...!

Tócame, tiéntame con la pluma blanca de la luna 
en la creciente de su alocada mengua
desinflado el globo...
Tócame, tiéntame como sílaba a fuego lento
haciendo pompas en la cazuela junto a tu blog de notas...
Tócame, tiéntame con la mutación/fermentación 
del fruto en su jugo, en su pulpa, carcomido por el gusano
que todo cuanto roza lo destruye mientras lo deleita...
Tócame, tiéntame con la deriva de unas melosas insinuaciones
sin tren de aterrizaje en las explanadas de tu piel...
Tócame, tiéntame con la moneda de nuevo cuño
en la trastienda del corte de sastre en las vertientes de tu uve...
Tócame, tiéntame con tu sexto sentido, 
con el sexo claudicando
junto a la mantequilla, la mermelada, la miel,
el bol de las sopas con ron y el café de grano aclimatado
y mucha, mucha nata rebosante
para que te ahogues tú sin mí; estúpido tubo de buzo...
Tócame, tiéntame en el cerco que te aguarda
cuando te persigo por la feria de las atracciones de la especie.
Tócame, tiéntame para dejarme donde me encontraste, igual
que cuando me trajiste de donde me llevas cogido...
Tócame, tiéntame con las sogas/púas del cactus,
con las agujas de los relojes parados
en la sirena/simetrías de la escombrera del aserradero
en el barbecho de tu mesita/risa pícara de la noche
y sus profecías supurando amor de andar por casa descalzo...
Tócame, tiéntame para que no se detenga el rulo
que aglutina la grava y el alquitrán
a punto de darse la vuelta la dicha de la vida.

"Tócala otra vez, Sam", pero no la dejes salir...
No la dejes que abandone el local, el sitio
sin escuchar entera la canción.

Cada vez que me endulzo con tu lúpulo
el luto del reguero de mi muerte/mente prende la yesca 
ennegreciendo el índice y el pulgar cuando detengo la llama.
Intento encender el cigarro de la desesperación a la fuerza
semejante a un nudo de corbata que ahoga, 
arremolinado en la maleza/mecha del chisquero aguardo...

Entonces un solo soplo/toque de tu voz hace 
que prenda de nuevo...
y ardo ante ti/para ti 
cuantas veces sean necesarias.../y haya gas...

Ya lo sé,
que todo eso sólo está en mi cabeza
         pero lo cuento y parece de verdad...es chulo/muy chulo...

Y dime, ya que te pones a decir cosas...
¿Qué somos? ¿Lo que vemos/lo que queremos/lo que soñamos
o la nada esperandonos de nuevo?
¿Es ella o nosotros, verdad?
Porque no me aclaro...
Hay veces que no sé si las cosas pasan o las estoy soñando...

Bueno, a lo que íbamos...
Si me dices ven lo dejo todo,
             que hasta ahí llego... -cortito pero lo justo-.