Al tiempo lo podrás calzar x? con sandalias de piel o esparteñas de soga. Al tiempo lo podrás tocar, desnudo entre sus astas, surcando las horas. Al tiempo lo podrás atrapar con relojes de sal y arena. Pero nunca te podrás pasear entre sus garras de cera.
Categoría: Restos I
Juguetean silenciosas
Juguetean silenciosas x+ en la esfera digital las luces temblorosas del eterno marchar. Intermitentes y quebradizas parpadean sin cesar, fijándote prisionero en su pubis de cristal. Otras en su ocio despliegan abanicos de metal cobijándote en su estela profiláctico letal.
Se desgranan
Se desgranan moviendo sus culos x+ al son de la marcha triunfal del alba, cada día y un día más... Y así, transeúntes del devenir circulan con las camisas desgajadas en la fiel sien de la añoranza. Y todo... por una mala brisa en el bancal; ese de pan y de paja, de alma y de cristal.
Luciérnagas silenciosas
Luciérnagas silenciosas x+ juguetean al escondite entre las matas... dejando ver en la oscuridad su falda verde esperanza. Grillos irreverentes atronan frotando sus patas, derramando júbilo entre las brozas y cañas. Las ranas croan en carnal semejanza entre chasquidos y silencios que las asusta como delatan. Mientras que la senda mojada de relente remonta con su humedad mis sandalias. De pronto, una sombra en la tapia me hace huir a la misma velocidad que me atrapa. Y lanzado al borde del estupor convulsionado como una guitarra guancha, tiemblo aplacado en esa espuma “pasmao” del miedo que me atenaza. Con el valor de cien quijotes siembro de pisadas feroces la senda de hilos de plata, hasta aplasto algunos caracoles/ a cualquier criatura noctambula, voy acelerado, con prisas, sin contemplanzas. Al loro... unos perros avisan de mi llegada, el cañizo, una estaca, la curva, una ligera cuesta la puerta de mi casa. Por fin, respiro tranquilo en la paz de esta plaza.
A esta mañana…
A esta mañana... -con su habitual pereza- xx mi cuerpo desde la cama se acerca. Las sábanas arrugadas de tanto ajetreo/ de tantas vueltas... ensoñiscado me calientan y me dan un poco más de crédito. Abriendo una esquina por donde asoma mi mano buscando el reloj, tiento despacio/sin acierto, en la oscuridad temprana -mesita de noche de mi desgana-. Sólo uno o dos minutos me faltan... De un brinco me pongo al filo del colchón, busco mis calcetines, zapatillas, toda la ropa; los encuentro y me voy al aseo de mi esperanza. Más tarde, en la cocina... caliento la leche, desayuno, cojo el almuerzo, las gafas, los guantes, el chambergo, y un beso a mi madre si la he despertado. Salgo de mi casa/bajo las escaleras; un pestillazo, ya estoy fuera en busca de la cochera. El Dyane 6 o la Vespa Sprint 150, -me da igual- los dos me desperezan y despiertan... ponen tiesa la carretera, se la saben de memoria. El Dyane es un vaivén continuado. La Vespa una fresca que atormenta... me vibra/me entumece, a veces me suelta a tumba abierta es muy guapa y traviesa. Así, día tras día... recuerdo y me inundo de los mismos paisajes que veía cuando era crío. Cuando en el autobús del colegio (Sanje) hacia el mismo recorrido. Casi siempre sentado junto al conductor, -en primera línea de ataque-. Era como una deliciosa excursión, nunca quería llegar a mi casa ni a clase/ ¡por supuesto... Allí me esperaba el estudio/o la picaza, el capazo, la merienda... En el asiento iba "volao" como pasajero en el tiempo/ no quería acabar nunca el viaje, ...ahora ese gusto ya no lo tengo. Voy a la fábrica de escayola de mi tío Jesús, -polvo y agua para mis locuras/tormento-. Aunque se hizo de rogar/sin querer... aquí estoy, El perro en la puerta, helado como yo, -nervioso- lanzándose como una fiera cuando busco el candado. Le grito estrofas de mil demonios... hasta huyen los angelitos por el cielo entre las ramas de los olivos, el algarrobo, los almendros, los eucaliptos, los limoneros, los cipreses medio rapados. Todos muy despiertos, con sus aromas en lo más alto. Él baja la cabeza sumiso, con recelo sólo quería lamerme las manos, los dedos... es un asco que me da y no aguanto -tanta sumisión así de temprano/la detesto-. Entro... sujeto las puertas abiertas/ato al perro, aparco en la sombra, esa que cambia como yo conforme pasan las horas; -según donde te da el sol así contesto-. Subo las persianas/conecto los paneles de fuerza, me pongo el mono blanco lleno de pegotes de escayola secos. Es el atuendo que mejor me califica lo llevo con mucho cariño y esmero. Es, -sobretodo...- la imagen con la que mejor me sincero los dos solos, medio encueros. El ruido de la moto/el coche de algún compañero, -aunque no hayan llegado- los huelo en el mono colgado junto al mío, en el perchero. Son su doble, como el espíritu cansado... ese que no se fue nunca de la fábrica esperando que vuelvas y lo preñes de nuevo. Rápidamente me sitúo en la calle de los moldes de caucho tapas de metacrilato, hierros y chapas temblando. Es la maquinaría que se enrolla con estruendo al pulsar el botón del sinfín que me trae la escayola de los silos al cubo de agua, la batidora y la fibra de vidrio. -Las ventanas siempre abiertas la brisa que me pela, todo perfecto...- Empieza la función, es el calabozo donde me recreo. Alguien conecta la radio, esa amiga con la que viajo despierto... Es la música, crisálida que seca el barniz opaco que mana de mi cuerpo, como de un pañuelo húmedo entre cansancio, sudor y tiempo, alboroto desatinado con el que me entretengo... Hoy no sé cuántas vueltas daré... -casi siempre doce-. Soy escayolista, peón especializado, fundidor de placas a destajo; por cuatro pesetas y veinticinco céntimos maltrato, y despeño a este cuerpo que tanto quiero. Cuando termine hoy, no sé si tendré ganas de ir a la facultad, que no me quedan, -casi nunca...-. La filosofía pura me desteta, es como mi nave nodriza, pero nunca despega. Creo que anularé la prórroga y me iré a la “puta mili”. Allí dicen que te haces un hombre... me haré también en cualquier esquina de mi vida que a partir de entonces y de ahora no tenga sabor como a recién parida. Esta se quedó aquí, abonando la semilla de ser un animal translucido casi de “na” que escribe, pinta, se escudriña los sesos... en el filtro de su devoto y santo desconsuelo; coqueta caricia con la que casi siempre muero o me duermo... Alguna vez, el reflejo de lo que vea se acercará a lo que tanto amo y pierdo... entonces, creo que me daré por contento. Mientras tanto, voy dando tumbos a diestro y siniestro. Hasta luego corazón... Ya nos veremos.
Si una de tus palabras
Si una de tus palabras vuela xx con la más leve esperanza de quebrantar cualquier morada y en silencio la requisas reduciéndola a la nada... Si recoges en el cuenco de tu mano las esencias más íntimas de la madre naturaleza y las enseñas y compartes con aquellos que la confinan y atropellan. Si logras desmoronar hoja por hoja el frondoso árbol del sueño... Si una mirada te produce mil emociones y una a una la saboreas y quieres con gana. Si modelas con tus manos el barro de tu cerebro en cuando más cocido está ni siquiera te consideras alfarero. Si el silencio es tu guardián, la soledad tu aliada, la noche tu compañera, y el alba tu almohada... Si consigues que tu imagen sea por siempre la identidad de tu espíritu, puede que entonces... -en esta tierra- además de polvo/ cries plantes algún matujo.
Construyes un jardín
Construyes un jardín de floridas frases x? y se enternecen los corazones más irritables, hasta se sienten desorbitados en este mundo de peaje... Construyes un abanico de frondosos ideales y conviertes en Atila, hasta el más humilde cobarde... batiendo sus alas blancas sobre palacios inalcanzables. Construyes una selva de razones trenzadas y deleitado entre balbuceos alardeas ordeñando la borra que guardas en tu azotea. Y entonces... ya no construyes nada sólo arañas el ataúd donde te paseas.
Amamanta
Amamanta la negra esperanza su sed x? navegando sobre cuadrigas de entierro, tintinea como brasa sin prender buscando su nuevo crédito... Ya te quedas solo. Esculpido entre añoranzas, esos dedos invisibles que atizan tus entrañas. Se evapora la ilusión al ritmo que te estremeces, ...hueles a frenada lenta en el asfalto de tu mente. Tu vientre empalado por los nervios se cuelga de los hombros asustado y hambriento. En esta noche la muerte está preñada... -mientras tú, en azogues- aliñas como siempre con llantos la almohada.
En un Cadillac de seda negro
En un Cadillac de seda negro x+ viajaba el pálido recuerdo y, echado sobre el cuero del asiento, veía desfilar errantes sus locuras/sus tormentos... Primero, un encaje de ganas ausentes le siegan el juicio por el pescuezo. Después ve pelechar estrellas de sal que hacen infértil la cantera del tiempo. Luego, encorsetado de costillas y de músculo rojo no puede explorar/explotar ni reventar el corazón ni sus huesos molidos/ mordiéndole... Más tarde, ve sobrevolar hieráticas musas por los campos de sus sesos en barbecho arrojando las semillas del ángel exterminador/ diablo traidor que Dios echó del Paraíso jodiendo... Y así, galopando sobre los 4 jinetes del Apocalípsis de la carne... -las huestes de tales entuertos-, escuchan en el silencio atronador del interior de su coche/cerebro el olor fresco a ciprés que le lleva de nuevo al cementerio.
Cábalas de vigilia augusta
Cábalas de vigilia augusta x? riñen sentadas en su atrio y, rodeadas de cristal opaco, frenan la energía que se escapa contra el rebufo de su arco. Imán disimulado esquivando el vado... Prorrateo terco de ilustre mamarracho. Así, la carne emperatriz asidua enjuga el sortilegio en desgarro desenfreno cenizo, despojo amargo, de querer pasar del umbral y de veras hacer algo... P.D. La paciencia se puede convertir en una lacra. Nunca vemos claro lo que hacer... y eso le da potencia la engorda hasta dificultar nuestros sus movimientos. Pero el instinto es más fuerte tira del cuerpo -lo pienses o no- el ya ha movido ficha. Tenemos un sistema en automático alejado del razonamiento que nos empuja... y la timidez al poco se convierte en aventura. Lo que dejamos pasar, hay veces que vuelve y nos adelanta... Aunque seas de efecto retardado la energía acumulada/su inercía continúa empujándote hasta el final. Somos las ovejas en el almuerzo y siesta del pastor.