En tu espalda me apoyo... xx?.
y te veo leer por encima del hombro;
cuando tengo frío,
cuando me hago el tonto.
Y eso que tanto te gusta...
Poner tus pies entre mis corvas, ¿en qué habías pensado
corazón...?
Y no embestirte
con el cuerno que tengo siempre en la cabeza -clavado-.
Porque también sé contenerme...
Ese mango reblandecido/gastado, agobiado,
por el uso de la escasez
-como los sesos de un corderito lechón-.
El tiempo va pasando y sigue tu cuenta atrás
desde la última vez que te dignaste
hacerle -caso ninguno...-
Calada/disparo de feria a ese último cigarro/
manida manía tuya
del para después.
Y recuerdo aquella única/última vez...
-contemplando los hilillos de humo de hoy-
que lo dejaste todo por mí.
-¡Y un huevo de avestruz!
en la sabana de la Patagonia rusa.
¡Eso no se lo cree... ni el Papa Francisco!
*Publicado anteriormente 26/10/19
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Genial!!!
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Él siempre estará detrás tuya y no sirve de nada que le engañes, lo único que harás será hacerlo contigo. Conozco de forma colateral a ese enemigo silencioso. Abrazos.
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Sí, hay mucho enemigo silencioso…/ Paz,
Abrazos!!
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