Desde tu terraza a la mía xx se deslizan por un tobogán de un lado para otro, lo que nunca nos dijimos. Cogida la noche de la mano del silencio, en su reposo/remanso descansa la poca luz que aún queda. Un mimo desde la penumbra nos hace señas cruzando esa distancia que no alcanzo a comprender. Un atractivo sueño dorado de lo que no ocurrió reconforta la prisa de la sangre, pausado por la lluvia de intermitencias con un brillo ajeno/anónimo de lo que no se deja ver... Cuánto echo de menos no haber estirado el tiempo un poco más ajustándole las manos a nuestra cintura. Haber atrapado/encerrado la totalidad del universo en una bola maciza de cristal para que no siguiera dilatándose mientras nos tenía juntos. Ahora te vas estrangulando el pañuelo del ánimo atrapado en el eje de esta noria tan alta... A la sombra de las agujas del reloj de la torre donde sólo se atreve el segundo a dar un paso más. Dejándolo todo nuevamente al descubierto como estaba antes de que llegaras tú...