Los fantasmas de la noche xx?
en invierno
no pueden salir de la habitación.
Se quedan en los cristales convertidos en vapor
medio muertos/helados de frío.
A la mañana siguiente
les puedes dejar una nota/
o hacer un dibujo con ellos
en la pared de su opaca transparencia.
La mayoría de las veces
con el dedo índice, o lo que quieras...
Van desapareciendo huidizos durante el día
porque no les gusta la luz del rayo solar
-esa templanza que los deshace-
pero el rastro que dejan los delata.
Incluso en la huella seca de su esqueleto
se puede volver a leer esos mensajes
a la mañana siguiente.
Ahora se van dejando caer, chorretosos
por las nuevas sendas flácidas y tortuosas
de unas palabras/líneas sobre las otras.
Encarcelados entre los barrotes de plata/
surcos en el cristal de una nueva visión
que da testimonio de lo azaroso
que puede resultar cualquier cosa
y su significado
por insignificante que sea...
Así se van sucediendo/suicidando
transformando los sueños y sus fantasmas
-contra natura/en caída libre-
por el cristalino/ojo de la humanidad.
Sin más hambre que la del día
sin más sentido ni peso
que la propia ley de la gravedad
del escrito o del planeta...
Se van retorciendo
como una lombriz en el barro
y ese gesto en su rostro casi imposible,
difícil de descifrar con tan sólo una vida...
Por eso trabajan a destajo
noche tras noche en tu habitación...
Siempre habrá un despertar enviudado
que tendrá que saldarse con un nuevo sueño.
-¡Ya!
Y nuestra cabeza es el huerto donde se cultivan...
¡Menudo bancal de melones estamos hechos!