Lo que hago/ xx y de cómo lo hago... hasta ahora me ha ido siempre bien -más o menos-. No me aprietes mucho con tus endiabladas e insistentes enseñanzas no vaya a ser, -por un casual...- que se corra la tuerca/ que se resbale el tornillo y dé en tu preciosa cara. Tus requiebros a la medida se convierten en caravanas de hormigas atareadas presurosas en llevar su desquiciado alimento/ -tormento- a los túneles repletos de larvas hambrientas que esperan siempre algo diferente a lo que tú les traes/ -das-. Al dibujarme tú obra su esbozo patina sobre la piel helada del espejo... Su reflejo bajo la superficie se evade resignado, -se volatiza- con la ligera brisa de tan sólo darte la vuelta/ de echar andar sobre sus aguas ...entre el cristal por ti congeladas. El trazado de su tiza con esas lecciones magistrales -que me impartes...- Se desgastan rápidamente en esta pared amaestrada de cemento, en esta pizarra ennegrecida tirando a verde/ -mierda de gato- ¡Déjame en paz de una vez, -cariño mío...-! No ves que lo nuestro sólo son sentimientos mutuos mutando a zombies. -¡Caray...!
