La verdad sin rodeos... tapujos, ni sermones xx+
se ha adueñado/Se inventa un óvulo
para fecundarlo.
-Es el mismo cuento de siempre...
¡Vale, sigue! Por mí no te cortes/
Gracias.
Y ya puestos a observar/divaguemos...
¡Si es que aún nos queda/hay algo de tiempo!
¡Deduzcamos pues!
¿Somos desperdicio inútil/prepucio, labio
llano y simple del pene/-vagina del cosmos-
chulos de la nada, proxenetas...?
¿¡Por qué vivimos de las sobras/a la sombra de otros!?
¿Porque lo hemos heredado,
porque lo hemos encontrado así¿?
Somos extraños/extranjeros para todo siempre...
Y cómplices/compinches
en este complicado compás de espera/
Alforjas de penitencia, -anécdotas irresolubles-
doctrinas con las que vivimos, víctimas,
condenados mucho antes de nacer.
¿Se trata o no de una ayuda indebida/innecesaria,
o de un castigo...?
No bastaría entonces con nuestra leal y fiel mirada.
Con nuestra compleja armonía etérea
que subyace desde el interior de la materia
y en oclusión/
eclosión de su combustión
hace posible esta aventura única.
-¡Jesús, María y José!
Hazme sitio en la sacristía/confesionario que voy...
No,
que lo tenemos todo lleno/ al completo,
debes -para otra vez- pedir cita.