Noto el pulso/ de mi corazón xx?.
en el ojo izquierdo, junto a la sien/
como un puñal clavándose, que avanza por las descargas
de los continuos cambios de tensión/razones
en la ciudad perdida...
Y esa muerte mecánica/efervescente entre lo mágico
en un terreno dado de lo no concebido
que jamás hemos alcanzado
tiritando en el portal del orfanato del miedo...
-cada vez que te miro/o veo venir-
desatinada
¿Y qué decir a su paso/en el pasado, -el de tu fantasma-
si ya no estás conmigo?
Alma que se alarga/lugar/rama menuda que se asoma/
doblega/balancea...
ya de lejos olivo en el pico de la paloma negra.
Nunca nos pide nada/sólo soporta/pregunta...
cuándo/cuánto/cómo
nos queremos marchar/machacar, -y alza el vuelo-.
Sin rumbo...
Luego de su silencio largo/callado/
inquebrantable/vertebrado...estocada que nos atraviesa
igual que un pincho de Vlad el Empalador
príncipe de Valaquia y de las tinieblas.
Nuestro resplandor entrando por la ventana
para convertirnos en cenizas...
Y, no obstante...
No hay ninguna ilusión mejor que se desnude hoy en día/
ante mí que tú...
-con toda la mala leche/noche que nos dimos aquella vez-
¿Te acuerdas...?
Cuando todavía nos queríamos
y la sopa corría de la mesa a la cama...
y de los chocolates con churros o bizcocho calientes
-que estábamos tan zumbados que perdíamos
el apetito-/
Lo estoy dejando casi todo en orden/-mi amor-
odio, rencor, recuerdos etc.
Pero es que.../me llaman desde el rellano de la escalera
al cielo... -entiéndelo-
Nos diseccionamos juntos con esa la voluntad de clases.
Sigo dando vueltas desde donde vine...
-de continúo hacia ti-
a la primera idea en la que te tuve/
y cuanto de mi imaginación me ve contigo -se agita-
desde la primera vez que me hiciste tilín
como las faldas de una bailarina turca/sufí.
¿No lo has notado?
¡Qué mareo... insobornable/!
¿¡Cómo no se van a caer las casas/los árboles del bosque
a nuestro paso!?
Todo el mundo roto/en hecatombe/achicharrado
y apoderarse de mi tedio tanta hermosura/revolución
de la naturaleza una vez en el suelo...
de todo lo tuyo... -ahí interviene lo sagrado-
y de nuestro camino entre-cortado.../
y el canto de sirenas de lo nuevo...
que se perdió por el camino
con ninguna enfermedad incurable en su vehiculo al hospital.
¡Y no es verdad que todo sea/siga igual?
Porque esto toca a su fin.
Sorprendente relación... de jugos/en juego.
Sé que te gusta viajar con el pensamiento/la lectura
te entusiasma/ayuda a dormir al acostarte...
-mejor que un polvo-.
¿Estás despierta verdad?
¿Has escuchado algo de todo esto...? De lo ingrato que es/
Parece que no hay nadie... no contesta/
-sigue durmiendo mi amor...-
Somos el mejor ejemplo
de lo que se deja a los pies de la cama
de un día para otro.
Me llaman, me tengo que ir.../ -game over-
la partida ha terminado/
me voy a ver la tv/a echar otro rato delante de la caja
¡tonta! o del ordeñador...
-Espera... decías algo¿?
Dale al botón de la cafetera cuando te levantes/
...anda!
Etiqueta: pulso
Parecía que despuntara el día
Parecía que despuntara el día xx+
pero no era/ni fue nunca así.
Estábamos al final de las fiestas del pueblo, agosto.
La luna olía a romero/romance
tomillo de monte, espliego macho en la mota del río.
Las matas, cañas en la cola del brazal
como sables brillantes postulando...
La baranda del puente más mojada que nunca
por el relente
como una siembra/serpiente de perlas.
El aroma a jazmín de la última puerta
por la que habíamos pasado
junto al galán de noche de turno
todavía atosigando,
incrustados en las papilas/pupilas
del pensamiento de lo menos grotesco.
Iba atrapado en unos ojos de chispa de estrella envolventes
fuera de su cuerpo, levitando/llevándote con ellos
en su frasco de pequeñas esencias.
Parecía/creías que lo entendiste todo
pero no había/nada estaba claro.
Ni la generalidad del ahogo que te iba creciendo
como un borrego entregado al olor del pasto.
¡Qué fea comparación!
Pero era feliz...
Y me dejaba caer hundido en el tacto de sus labios
en la piel de la punta de sus dedos
que se plasmó pespunteando...
Que te apretaban conforme sentías cada pulso/
paso/latido suyo.
Era la voz de la carne hecha hombre/hambre elástico
que me llamaba ardiéndome...
-¡Ya me estoy pasando!-
Ni siquiera recuerdo si la besé del todo bien.
Llevaba un vestido de cuadros azules
atado al cuello y la cintura
a medida, elegante/altiva, y sus hombros de cera.
Sus brazos los sentía apoyados en el hierro esquivando mi costado
justo cuando mi vecino,
el de la casa de la huerta de al lado de mis padres,
apareció, se acercó a hablar,
a saludarme.
Me había reconocido, quería echar un vistazo, ver con quién estaba.
Y nos jodió bien el jodido, de lleno
la posible/presumible aventura...
Ella no lo entendió, ni yo... -lo de mi corte-.
Y nos fuimos de allí callados, en absoluto silencio
hasta muy lejos
sin que nos hayamos encontrado aún.
Todavía lo recuerdo como si fuera ayer.
Y me da pesar como si fuera hoy
y no se me olvida...