Cuando se marchitan…

Cuando se marchitan...   x+
los finos pétalos del honor,   
ensombrecidos por la capa del despecho,
se quedan inutilizados los ungüentos
y muerden su cólera los harapientos.

Ya todo se olvida,
nada permanece.
La habitual discordia
anida en la mente...
La sangre está en huelga,
el cuerpo está ausente.

Ya la descomunal discordia
bate sus alas rotas
sobre los sombreros negros,
engalanados por el brillo sereno
que les da el sol y el cielo.
Y no son nada más...
que tapas de ollas cociendo muertos.


Hay días que hacen más días,

Hay días que hacen más días,          x+
horas que ruedan como norias
y segundos que se cuecen a presión
guisado en caldos sin ollas.

Hay ratos que hacen más ratos,
momentos que escuecen sin gloria
e instantes royendo jubilosos
el claustro que los deforma.

¡Ay, cuántos hay!
Mesura que no cesa,
granel destartalado,
abanico que te corteja.


P.D.

Somos matadores del tiempo...
Una gota minúscula/
lágrima del dolor de Dios 
que también se pregunta el porqué 
de todo esto.

Morir no hay que entenderlo
como un castigo... 
es una necesidad de la naturaleza
-pero que nos iguale la muerte 
no significa merecerla-.

Nunca sabremos 
a qué cuento ha venido todo esto.
Y eso es lo más desconcertante...
-no saber
lo que se oculta detrás de la vida-.