Duermen los equilibrios su calma x? reposando sobre sus inquietas ganas. Y, en la interminable alegría de una sola de estas mañanas cuando apareces... eres lo más hermoso de cada instante entre las tibias láminas de cemento y madera grisácea. La mesa, los atuendos, tus movimientos cuando te acercas... cercan el espacio con su aroma aún fresco -traído entre tus ropas y el pelo-. El trabajo reposando espera que lo descanses/ archives en los ojos de los tontos... -que tanto te admiramos-. Como pececillos en la pecera del infierno nos haces hervir. Esclavos, clavados en el muro de hielo de tus encantos. ¡Marlen, qué lo sabes...!