El remanso de este lecho xx provocado por la presa del molino mece con su paz los ojos desorbitados de quien espera algo. Descansan con la mirada sobre su lomo sin apenas tocarlo entretenidos por el baile de hojas de unas cañas tiernas y de un viejo sauce llorón. Acarician su manto como las arañas de agua patinan de lado a lado del quijero/ tejiendo surcos en la espiral de su fina piel al acabar el día. Pero cuando metes la cabeza, cuando te capuzas para darte un buen remojón para espabilarte chocas con las piedras del fondo, con los troncos hundidos, con los casquijos de obra, con los restos de vidrios. Cuellos de botella, botes de hojalata, maquinaria ligera, alambres que te enredan ...y alguna moneda cerca del lavadero. Mi acequia no es lo que parece a simple vista.
