Bandadas de vencejos

Bandadas de vencejos    xx?.
con sus graznidos/silbos -pitidos 
de partido de alevines de futbol sala-
patrullan cada mañana/atardecer el cielo de mi casa
en busca de mosquitos...
Otras veces son las tórtolas o las merlas; 
-esta vez son ellos-.

Los observo en la dificultad de su entorno...
contra los edificios/acantilados que perfilan regateando.
Se persiguen como cazas -sin tregua- en una batalla aérea:
     espacios, cornisas, antenas, chaflanes... 
doblándolas
como verdaderos profesionales de la aerodinámica/
                 acrobacias/filigranas/jugueteos...
Me los imagino también con las bocas abiertas.
¡A ver si nos dejaran sin un mosquito! 
-que falta nos hace- ¡Pijo!

De repente/pronto se van calmando
en cuanto el sol asoma por los tejados...
La diferencia de temperatura ahora no es tan extrema
-desde el asfalto hasta las cumbres de los pisos-
La brisa arrecia y desaparecen dejándolo todo en silencio
                  como después de una pelea de chavales/
                                    final del recreo...

El fondo azul, los algodones/nubes deshilachadas 
entrelazándose con los ruidos de algún vehículo,         
-y el vacío regio de la tranquilidad- 
de un fin de semana cualquiera... -hoy-
Esperando que arranque/pase algún coche más
para desplegar/echar el toldo y hacer el menor ruido posible
para no despertar a mi mujer y a los críos...
Si tapo el poco fresco que entra a la casa 
-se conservará caliente-
como si fuera un horno todo el día,
es menester dejarlos para más tarde en lo alto/arriba...

Ver volar las flechas negras como ráfagas de metralla
variando sus trayectorias -es todo un espectáculo-,
Sigo esperando que se levanten 
apoyado en la baranda de hierro de la terraza...
La cafetera ha burbujeado/el frigorífico navega 
con su runrún por el pasillo hasta las habitaciones.
Alguna nube que cubre el sol hace que escasee la luz...
Voy a seguir leyendo a Larkin, que junto con Anne Sexton
y Sylvia Plath son mis nuevos fichajes 
para este verano del 2016
-voy por la mitad haciendo señales...
Son escritores de ambos lados del Atlántico/
-poesía confesional-

Los semáforos sueltan a la carrera los autos locos/
motos/chicharritas...
al poco cesan los ruidos excepto algún rezagado.
Las moreras parecen plumeros medio rotos 
con sus corazones verdes arrugados... llenas de pulgón/
palomillas blancas.
Una ciclista china -de rojo y negro- se refleja 
en la fila de coches aparcados junto a la acera de enfrente
al otro lado de la calzada...
Fotogramas en las ventanillas que la reproducen 
tartamudeando/apareciendo y desapareciendo a su vez 
en los coches paralelos de la otra acera; 
un zigzag/en bumerán sin fondo/ni fin.
Ahora uno de rosa con su casco lila, 
casi igual de femenino...

El dildo de la estafeta de correos amarillo limón, 
-radiante- con su boquita y bigote a juego 
y la trompetita en su costado.
Los bufidos de los aspersores del jardín 
con sus pausas/cambio del ritmo en sus giros...
Los aparatos del aire acondicionado 
que todavía continúan encendidos -en automático- 
arrancando a intervalos de calor.
Climatización le llaman.

La tranquilidad del fresco lamiéndote/enfriando la piel 
del lomo a tu contra/su paso. 
Los ronquidos de algún rezagado o de alguna sonora descarga 
de pedos o un estruendoso crujido de botella 
con burbujas descorchada.
Los bichos que pululan desorientados;
secuencias homogéneas/cadencia plausible 
señal del día en que estamos.
Y el olor a pasteles calientes...

Las cabezas de las farolas a lo ET/guerrero espacial/
apagadas.
El muñeco de la señal del paso de cebra 
que no se decide a cruzar, -y eso que no viene nadie...- 
                           porque la calle está vacía.
Las papeleras como campanas vueltas del revés 
con las basuras... papeles esturreados por las losas/
baldosas rojas y blancas que trazan sendas de crucigramas
/partida de ajedrez con sus muñequitos de mierdas...
otras hexagonales/octagonales 
simulando colmenas en el suelo con las abejas gigantes 
rotos sus cuernos al querer entrar...

Cualquier movimiento retumba/hace eco llegando nítido
-sube hasta el tercero sin escalas- 
y hace que te fijes cómo anda/
                              o a dónde va/qué hace...¿?
                       cualquier transeúnte de la mañana.

La vejez sin gloria apoyada en el tubo de acero/
embellecedor de la balconada y la mirada del observador 
persiguiendo a su presa que a su vez es capturada 
por otro desde distinto lugar no muy lejano 
mientras que ambos persiguen el paso/rodar de los coches 
alguna conductora despistada con la falda hasta la cintura
         enseñando las bragas 
y esa carne del diablo en el stand del cazador cazado
/carnicería.

El fumador empedernido relamiéndose el último humo 
 que ha dejado escapar después de asfixiar sus pulmones, 
              se mete otra vez para dentro de su casa...
Los conocidos encontrándose sin fuste 
en una conversación de -pico esquina-.
El tipejo paseante del perro que se para hablar 
con cada perrista que se cruza en su camino/
el fulano en plan deportivo/
la señora resuelta sin vistas/tarea concreta...
          se deja seducir con la menor tontería
          -a menos que el par de mimos me estén engañando-.

Las persianas desplegadas con sus guiones 
y agujeros del último pedrisco...
Empiezan a subirlos como un parpado enrollado 
para dejar pasar la luz/
que pase algo de aire también a cambio de invitar/
inundar la calle del tufo de la muerte/
              cuerpo del delito de la noche.
Y alguna señora sacudiendo el mantel de las migas
del desayuno... o la alfombra.

Los hilos de tender a la espalda de los lavaderos 
acristalados... escasos trapos, -quizás olvidados-
Las macetas bibliotecadas por ventanas/alfeices.
Los toldos aún sin echar/un vencejo retraído/
esquivo/perdido tal vez esquivando no sé qué... 
-o buscando-
Las rayas discontinuas de la calzada 
o las del aparcelamiento del bien común público
ocupado por las máquinas de cuatro ruedas de caucho
y aceite goteante de motores pestilentes...
-como si se hubieran meado y cagado a la vez-
Aunque eso ya lo hacen los perros del vecino
en las esquinas que apestan 
o en los troncos sumisos del árbol.

Las tapas del alcantarillado quejándose 
en cuanto las rozan/pisan/aplastan las ruedas de goma.
Las antenas/los cables dividiendo las imágenes 
como subrayadas por un rotulador negro/
o las de cara de plato con su micro/
verruga en el ojo…
La chica con el perro y el vestido de siempre, 
que ya sé dónde vive...
-la vi entrar a su escalera el otro medio día-.
Los ladrillos/fachada/piel repintada 
y las grietas o las tuberías que trepan 
hasta abrirse camino hasta el cielo...

Los grandes árboles exportados/llegados de otros climas
en nuestras aceras reventándolas con sus raíces feroces
con su brote y desnudez a destiempo 
-para esta región- pero quedan de la hostia: 
palmeras de california/Egipto... eucaliptos de Australia/
jacarandas de Pensilvania o de la Patagonia china.
Y esa moto renqueante tosiendo toda constipada, -vespino-
mientras supera la rampa del garaje 
para salir de la cueva
submundo de las almas todavía dormidas...

El clak de la cerradura/el motor sordo del ascensor/
el balanceo de las ramas empujadas por el aire/
sus flores mirando hacia abajo, 
cansadas de todo este rollo... -digo yo...-
La ciudadanía escondida bajo las sábanas/
los preparativos del desayuno/los preservativos del ayer...
La duda/deuda al despertarse y ver tu nuevo rostro
el del nuevo día, 
cogidos de la mano hasta la ventana.

Y vuelves a sentarte otra vez y esperas/leyendo...
a que te hagan todavía más la puñeta todo ese follón.
Salgo y miro...
Una paloma muy señorona con tacón alto 
avanza por las baldosas con la atención fijada 
en el horizonte del cruce de la manzana...
Una moza con la carpeta y los libros en el brazo 
                         apoyados en el costado
y la mochila pequeñaja a la espalda, 
anda con garbo, melena/gafas;
es época de exámenes.

¡Ay...! aquellos días/sus fiestas/
el encanto eterno de la juventud 
y las gentes que conocí...
Todos esos anteojos con lo que calculo/mido ahora lo demás.
Y así voy... escribiendo/contándolo todo, 
como si tuviera alguna importancia.
-Para nadie...- y menos para mí
 que ya me lo sé.

Y sigo... y no hay nada que me lo impida/ -por ahora...-
como pintar el mundo, 
pero eso es ya otra dimensión.