Cuando se marchitan... x+ los finos pétalos del honor, ensombrecidos por la capa del despecho, se quedan inutilizados los ungüentos y muerden su cólera los harapientos. Ya todo se olvida, nada permanece. La habitual discordia anida en la mente... La sangre está en huelga, el cuerpo está ausente. Ya la descomunal discordia bate sus alas rotas sobre los sombreros negros, engalanados por el brillo sereno que les da el sol y el cielo. Y no son nada más... que tapas de ollas cociendo muertos.
