Huyen las olas

Huyen las olas        x
que la arena devora
en continuos aletazos
desplegados en zozobra...
entre babeantes suspiros sin honra.

Desarbolando el casto relicario
con pregones de perpetua atonía
que dejan en cueros vivos
a la luz vidriada que las poseía.

Hasta que se apaga el llanto en bonanza
con la pueril brida de la azacaya,
esa que siega y empapa
la meseta que antes palpitaba.








El tiempo humilde

El tiempo humilde nos devora      x
con su hambre más primitivo
de igual manera que lo haría
el tiempo engreído/suertudo
el avaro, el ceniciento
el hado madrino...

Otra oportunidad no,
otro mundo tampoco,
tal vez...
otra excusa para continuar.


Una más
a la espera de tiempos mejores
aún sin haber agotado
el que llevamos en danza.

Porque somos así de guapos/lindos,
porque nos lo merecemos.
-Sobre todo tú, ¡como una patada en la boca!

Es que... cuesta abandonar el trono.