En tu espalda me apoyo... xx?.
cuando te veo leer por encima del hombro;
cuando tengo frío,
cuando me hago el tonto.
Y eso que tanto te gusta
Poner tus pies entre mis corvas, ¿en qué habías pensado
corazón...?
Y no embestirte
con el cuerno
que tengo siempre en la cabeza -clavado-.
Porque también sé contenerme...
Ese mango reblandecido/gastado, agobiado,
por el uso de la escasez
-como los sesos de un corderito lechón-.
El tiempo va pasando y sigue tu cuenta atrás
desde la última vez que te dignaste
hacerle -caso ninguno...-
Calada/disparo de feria a ese último cigarro/
manida manía tuya
del para después.
Y recuerdo aquella única/última vez...
-contemplando los hilillos de humo del día de hoy-
que lo dejaste todo por mí.
-¡Y un huevo de avestruz!
en la sabana de la Patagonia rusa.
¡Eso no se lo cree... ni el Papa Francisco!