Hay una línea que lo divide todo, xx+ una mano que traza y separa el lápiz de la tiza/ tinta del boli/pluma... un punto delante de ti... -insalvable- el tiempo. Y nunca se sabe hasta cuándo.../ -en qué momento se va a detener todo esto...- y aprovechar esa pausa para saltar al otro lado... y que la mano siga allí/donde quiera que ahora esté... y nuestro brazo no sea el suyo/ y nuestro cuerpo igual tampoco. Siempre hay una línea roja/una marea blanca llamándome esa línea/raya negra más profunda a las espaldas de lo que nos podamos imaginar... -fluyendo incansable/ y esa no tiene cuerpo/ni mano/ni articulación para que podamos arrancarla del papel y echarla a volar. Lo escrito no te devuelve a ninguna parte pero sí puede hacer que vivas como eres que te mires a los ojos y te identifique donde estás... Ser letra/palabra, también es ser. Nos pertenecemos. Vivimos en la reencarnación de nuestra conciencia -que para dirigirse a nosotros necesita hablar-. Sólo eso... Somos el médium entre la nada y algún otro tipo de nada. ¿Y mientras tanto qué? -Diría si no fuese yo... él/ Pues vamos vagando... como una pareja de novios-amantes suspirando por conocernos/-o meternos mano- en este extraño/entrañable y manido jardín del diablo.
