Pellizcando del lomo

Pellizcando del lomo          x?
con un corte/rebanada hasta la barriga.
Introduciendo, despegando, agarrando,
tirando con fuerza de la piel
con la punta de los dedos
en sentido contrario del que te ayuda...

Haciendo presa para que no resbale
desde el eje dorsal hasta el centro,
de izquierda a derechas
en ambas/sendas direcciones
al mismo tiempo...
Se desnuda al musculoso conejo
junto a los vapores/esencia del ser
que mana de sus entrañas
víctima del hambre, necesidad
de su dueño...

Ese que los otros días corría 
en el interior de la jaula/conejera
sin la menor idea de todo esto;
de lo que le iba a pasar
ni suponer 
por la más remota imaginación.

Ahora te encuentras frente a frente
con el corazón y la sadura en el plato.
La carne que todavía se mueve
aún tiembla/se agita
presa de algún impulso nervioso
no suspendido/ni fracturado
por el corte.

La sangre con espuma en la zafa de cinc
a punto de cuajar para freírla.
El hígado sin su esmeralda
arrancada de cuajo/extirpada
con la punta del cuchillo
para que nada amargosee.

Los riñones rayados/rajados a la par
en el cuenco de la mano
para que no se deslicen/escapen
y arrojen su zumo/pis.

En cuanto los eches/tires a la sartén
enseguida serán presa del capricho
de algún niño, viejo, anfitrión/
cónyuge/guarda/gato
cocinero o cualquier restaurador 
de la barriga del alma...

La zamarra encajada en la bardiza
o pegada en la pared de yeso...
La pata/rabo en la boca del perro.
Las tripas como un rosario de mierda
echadas junto a los despojos/basura.

En el poyo la arena de río en su bote
de hojadelata/vasija de barro
con el estropajo de esparto junto a él
y un trozo del limón partido...
Listos para hacer borrón 
y cuenta nueva con todo/ 
ya sin él...

¡Ah!, se me olvidaba el delantal, 
con sus grandes bolsillos/tragaderas,
sus tiras/cordones/soga a la cintura/cuello
para que no se mueva/caiga...
Siempre limpio/brillante/impoluto
listo/tonto/inefable
para empezar de nuevo
cada siguiente vez.

Y el otro, el de repuesto, todavía
en el cesto de la ropa sucia/conciencia.
Salpicado con el rostro/rastro
de todos los restos de vida
de cuantas diminutas matanzas necesitaste
para alimentar a ti/su amo, 
dueño y señor.