Suspiran los gozos

Suspiran los gozos            xx
por el aire que dejamos pasar
entre tu cuerpo y el mío.
Se agotan con la imagen partida
del respetuoso decoro,
cáñamo que no ardía.

Se quejan llorosos
por no haber encontrado cobijo
en las crónicas de la carne.
Se flagelan con la luz encendida
sobre el papel apuntillado
en la esquina de la mesilla.

Se derraman en la sangre
con borbotones cobardes
por no haberte dado
un solo beso palpable.

Te miré/te deseé, caminé junto a ti,
y hoy descubro a la sombra de este cáliz
que no tuve tino en dejarme ir.

Recuerdo tus gestos/tus manos,
tus ropas, tus brazos,
como andabas, tus piernas...
como mirabas, como olías,
que callabas/que decías,
como te ibas, como volvías,
siempre a mí... día tras día,
desde tu casa.
Y yo higuera de rambla,
solo, me moría.

Te dejé ilesa, cumplida y coqueta,
como llegabas a la cita de casta traviesa...
por el camino de tierra que lleva al río,
donde ahora me ahogo de tanto desatino.

Así, me debato entre juegos de profeta,
sentado en la más cómoda butaca.
Y en cada cuadrícula de tu ayer,
te poseo y me mutilo
de ventrículo a diafragma,
del Espíritu Santo/al fondo de mi alma.

Nunca podré volver y recomponer ese puzle,
porque lo que pasó... pasa.
Sólo puede uno disculparse,
pues cometí la peor de las faltas.
Ese no era yo/no estaba,
era un pobre fantasma.








15 comentarios sobre “Suspiran los gozos

  1. No hay duda, que aveces las sircunstancias nos Hacen imaginar cosas, pero imaginamos de acuerdo a lo que sentimos en ese preciso momento.

    Si de algo te sirve saber…
    No hay nada que perdonar,
    no eras tú, lo supe desde el primer momento,
    Pues eres tú…Cielo
    mucho más que eso….

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  2. A mi tambien me ha gustado lo de dejarla ilesa, cumplida y coqueta…

    Y es que grave pecado es ese cuando ella no quiere quedar ilesa y entonces el «hubiera» se vuelve doblemente doloroso…

    Me encanta como lo expesas, que hasta me duele…
    Un saludo lucio

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